Las piedras y clavos que sujetaron las vías por donde pasó don Carlitos con su Tren Expreso, entre Valparaíso y Santiago, durante muchísimos años. Estos son los testigos mudos de esa experiencia, y decir que en su esencia de materia -fierro y roca- conservan la energía que llega a mis oídos como el característico sonido de las ruedas del tren sobre el riel.
Es pertinente agregar alguno aspectos relacionados con la eternidad de estos objetos. Sucedió que antiguo tren formado por una locomotora y un determinado numero de carros que hacían el transporte de pasajeros y también el transporte de cargas variadas dio paso a modernos equipos del tipo metro-tren con solo dos carros que hoy conocemos. Así fue que la antigua vía férrea también se modernizó. Los antiguos rieles unidos entre si de tope se cambiaron por una vía de rieles soldados que eliminaron el clásico tableteo de la marcha en los antiguos convoyes. Los viejos durmientes de madera fueron cambiado por otros de cemento. Ya no se necesitaron clavos y, además, se renovaron las piedras.
En esa transición y en un lugar de la vía en el sector El Salto yo quise rescatar estos objetos que para mi se inscriben en esta categoría de «objetos eternos» que hoy presento. No puedo dejar de mencionar con emoción a mi papá, Don Carlitos, quien se desempeño toda su etapa laboral en ferrocarriles. Acá en una foto -a la derecha- aparece junto a su compañero de quien solo recuerdo su apellido, el señor Flores. Bueno, ellos tuvieron el privilegio de hacer el viaje inaugural de la «Serpiente de Oro» -poderosa locomotora- entre Santiago y Valparaíso y que fue todo un suceso para la época.